jueves, agosto 29, 2013

De las mentiras que se creen que nos cuentan

La polémica de esta semana, como bien sabréis, ha sido la...¿inflamada? actuación de Miley Cyrus en los VMA (los premios a los mejores vídeos músicales que otorga la cadena MTV).
Se le acusa de...bueno, de muchas cosas que si ponéis su nombre en nuestro bendito Google os van a salir en 0,01 segundos, por lo que no me extenderé más en ese punto. Digamos que el buen gusto no vino a ser precisamente el traje que Miley decidió vestir esa noche (optó más bien por un bikini de algo que parecía chopped de charol).

 
En mi opinión, Miley (o su agente, mejor dicho) decidió hace unos años que su mayoría de edad supondría la ruptura de su anterior imagen de cándida niña Disney en pos de una imagen más madura y sexy. Nos dejó a todos boquiabiertos cuando sacó su single Can't Be Tamed, en el que nos demostró que el patito feo-no-tan-feo se había convertido en toda una pájara de cuidado (muy guapa ella, eso sí), lista para hacer caer algunos monóculos de pura sorpresa y quizás algo de alarma. Sin embargo, parece que la muchacha, en la búsqueda de sí misma, decidió que su camino no terminaba allí y que debía seguir cambiando y explorando. Y se cortó el pelo. Y nos quedamos todos loquísimos, claro. Y luego vinieron sus apariciones en la prensa, con esos looks tan extremos, y sus videoclips destroyer maximus...y yo empiezo a pensar que esta joven ha perdido el norte y a sí misma tratanto desesperadamente de diferenciarse de los demás. 
Lo cual hace que me pregunte si tan avergonzada se sentía de su pasado como Hannah Montana para necesitar enterrarlo en esa enorme y maloliente masa de escándalos, movimientos zafios y peinados dudosamente favorecedores. Si lo miramos así da un pelín de pena, la cosa. Mirad a Selena Gómez, por ejemplo. Dentro de la misma franja de edad y con unos orígenes artísticos similares, ha sabido encaminar su carrera hacia una imagen más adulta pero elegante y digna.


Pero si hablo de esta anécdota puntual es porque, pese a que esta semana sea el hype de toda la red ("a Ben Affleck le gusta esto"), en una semana será una vez más agua de borrajas en el mar de noticias efímeras que es la web. ¿Significa eso que será agua pasada? No, no, no, de eso nada. Las imágenes se guardan, archivan y esconden un tiempo sólo para volver a conmocionarnos con ellas cuando sean necesarias. Amiguitos, no me cansaré nunca de decirlo: Internet nunca olvida.
Y, dado lo que he visto esta tarde por la web, algunas personas deberían recordarlo. Podéis venir ahora de puritanos reconvertidos a la fe del amar casto y sincero o profesar la más sincera devoción al Oscurísimo en lo profundo de vuestra alma desgarrada a base de piercings y rasgueo de guitarras, pero siempre habrá alguien en alguna parte que recuerde vuestras golferías en los baños públicos y esas fotos tan comprometidas o vuestro pasado de choni masiera de pantalones de campana amarillos. Y no dudéis de que estarán más que encantados de sacarlo a relucir a la mínima oportunidad que tengan, sobre todo si les dais un motivo.
Así que podéis hacer dos cosas: o vivir de puntillas sin ofender a nadie que tenga en su poder secretos que queráis olvidar sobre vosotros mismos o vivir lo más auténticamente posible, sinceros con quiénes sois y quiénes fuisteis. O también podéis matarlos a todos...pero eso no os garantiza que los archivos no sigan flotanto en el limbo virtual.

Y, para que no se diga, aquí abiertamente admitiré sobre mí misma que de pequeña quería ser rubia y vestir siempre de color fresa (o sea, rosa). Shame on me.


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